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Emigrando a Canadá: Quinta Parte: Momento de la verdad


NOTA: Para todos aquellos que os interese en la derecha del blog he creado la etiqueta Emigrando a Canadá, ahí dentro se puede ver toda la historia desde el principio.




Ya estamos de nuevo por aquí. 

Una vez con todos los documentos, o por lo menos con todos aquellos que hemos podido recopilar a tiempo (3 carpetones, que no está nada mal) iniciamos el viaje. Bueno antes de nada comentar que ya os podéis imaginar la temática de Papa Noel de este año (3 gorros me ha traído, será para que no se me congele la melena jajajaaja que grande!!  cuanto uso les daré en el futuro).

Los billetes de avión los contratamos hace tiempo. Viajamos con American Airlines (muchos me entenderán cuando les digo que para mi eso es una buena señal, me gusta mucho AA). A pesar de lo cual los 2 primeros vuelos (Santiago-Madrid y Madrid-Chicago) son con Iberia. Bien, llegamos a Chicago, los que hayáis estado en América sois conocedores de sus pequeñas "manías" con la seguridad. Como anécdota comentar que casi no nos dejan pasar el control del aeropuerto puesto que debido a la longitud del nombre de Ester se vieron obligados a emplear abreviaturas y como no les coincidía el nombre del boarding pass con el del pasaporte hubo que sacar una nueva tarjeta de embarque. Lo peor de todo es que el tío te lo dice partiéndose el culo y nosotros con cara de gilipollas, en fin, una anécdota sin más.

Desde Chicago volamos a Toronto y aquí viene el momento clave. Solamente tenemos 3 horas entre los vuelos y puesto que no sabemos el tiempo que vamos a necesitar en la oficina de inmigración digamos que nos movemos con pies ligeros. Llegamos al primer control, una chica comprueba nuestros pasaportes, le explicamos que venimos a solicitar el permiso de trabajo y nos insta a que pasemos a unos mostradores destinados a tal tarea. Ya en los mostradores una mujer nos hace un gesto indicándonos que nos acerquemos, ahora conocemos la cara de la persona que tiene nuestro futuro en sus manos. Una mujer guapa de entre 35 y 40 años, rubia, de tez pálida, muy canadiense ella. Le explicamos brevemente la situación, con calma y tras comprobar los datos en el ordenador,  nos comenta que el motivo por el cual nos han rechazado el permiso de trabajo es porque no se creen que seamos una pareja de hecho real (los de la oficina de postdoc no podían estar más acertados). Le presentamos las facturas y contratos de vivienda que habíamos preparado pero parece ser que no le convence mucho alegando que ella podría vivir con un amigo. De este modo nos explica que lo que podemos hacer es entrar (refiriéndose a mi) como visitante y luego intentar aplicar nuevamente o en su defecto entrar y salir del país cada 3 meses (nuestras caras, imaginarlo, un cuadro) escudándose en que ella no es una especialista en temas de inmigración y que no tiene potestad para hacer nada. Pero aquí Ester se plantó y le viene a decir que ni de coña, que según le habían comentado en la oficina de postdoc, existía la posibilidad de aplicar en el aeropuerto y es lo que queríamos hacer. Desconozco el motivo concreto de su cambio de actitud, no sé si vio que sabíamos de que iba el tema (lo cual nos reconocerá a posteriori) o vio que Ester era doctora y que nos debía tratar de forma diferente (no estoy de acuerdo con estas actitudes, pero esa es nuestra sensación). A partir de aquí empieza a preguntar y a comentar los posibles errores de nuestra aplicación. Como sabéis los que sigáis esta historieta, nosotros firmamos los papeles de pareja de hecho en el mes de octubre con lo cual nos comenta que llevamos muy poco tiempo siendo pareja de hecho a lo cual replicamos que en España, para ser pareja de hecho, hemos tenido que alegar una relación previa de 3 años, por ese mismo motivo no mandamos las evidencias de una convivencia previa  (nuestra amiga comienza a entender la situación). Se pregunta el motivo de no tener cuentas o el pago de impuestos en común, nosotros solamente le decimos la verdad comentándole que en España eso no es necesario, que como pareja de hecho nuestros bienes y declaraciones pueden ser independientes. Nos pregunta si como matrimonio sería lo mismo, a lo cual respondemos de forma afirmativa, con lo cual se sorprende y nos explica brevemente como funcionan las cosas en Canadá y es que por estas gélidas tierras has de pagar los impuestos conjuntamente sí o sí en el caso de estar casados. Continúa indagando y detecta uno de los grandes patinazos de nuestra aplicación, y es que el contrato de la Universidad se lo mandaron a una dirección diferente a la de nuestra casa. Ester le explica que estábamos de vacaciones y que por eso decidió mandarla a casa de un amigo, la oficial urga un poco más en la herida comentando que podría haber esperado puesto que el correo era certificado y no habría ningún problema, pero contestamos que no sabríamos que este dato podría tener una relevancia tan grande en el futuro (parece ser que lo entendió perfectamente).

En este punto, nos separa, nos dice que Ester vaya a por su permiso y que yo vaya a pagar las tasas de una nueva aplicación (buena señal). Antes de eso me pregunta que si tengo antecedentes penales (sonrío) y le plano el papel (ni lo mira) dice que se fía de mi.........



El zorro de nueve colas quiere salir, pero lo sello con una sonrisa y me dirijo a pagar mis tasas. Cuando vuelvo veo que la señorita oficial ha estado rebuscando entre todos los papeles, me comenta que se sorprende del orden con el que habíamos presentado todo y que sabíamos bien lo que teníamos que hacer (según ella se notaba que somos europeos...). Continuamos hablando un poco sobre las peripecias que hemos tenido que llevar a cabo para obtener la documentación bla bla bla. Evidentemente nuestras caras de preocupación deberían ser un poema. Nos dice que comprende la situación de que en España nos pidan demostrar 2 años de convivencia para ser pareja y de que en Canadá nos pidan nuevamente más años como pareja de hecho. Se da la vuelta va  a por un papel y cuando se está acercando, viendo nuestra cara de preocupación nos dice que no nos preocupemos que tenemos el permiso de trabajo. Le decimos que Ester sí, pero ¿y yo? y con una sonrisa nos dice que LOS 2 TENEMOS EL PERMISO DE TRABAJO.



Locura total, yo no me lo creo, lágrimas por doquier, ella también se emociona y nos dice que nos piremos que la vamos a hacer llorar a ella también. Después de 3 meses peleando con oficinas, funcionarios, con el consulado, viajes aquí, allá, llamadas de teléfono rompiéndole los huevos a la peña etc; por fin parece que ha valido la pena. Es más a día de hoy cada vez que veo mi Open Work Permit en el pasaporte no me lo creo. Lo peor de todo es la facilidad con la que ella lo hizo todo, simplemente imprimir un papelito. La cara de esa mujer no se nos olvidará fácilmente, eso seguro.

Pero la cosa no acaba aquí, aun tenemos que llegar a Edmonton (5 horas de avión desde Toronto). Vamos en busca de las maletas, después de un buen rato en inmigración y zasca, nos falta una maleta. Reclamaciones (todo muy cordial y calmado, en España igual andamos a las ostias) y a esperar a que la encuentren (a día de hoy no hay ni rastro). Seguimos el viaje,y nos asignan asientos separados, pero el tema es que cuando llego al avión, me siento cómodamente en primera fila, estiro las piernas, todo estupendo, pero de repente se me sienta en el asiento de al lado un tremendo bicharraco canadiense de 150 kg por lo menos, mala suerte, pero es que justo después, al otro lado, otro bicho por lo menos tan grande como el anterior... ahora mismo soy un palo estirado y así me quedaré durante 5 horas. Bueno mas bien 6 horas, puesto que de repente parece ser que un chaval joven se encuentra mal, las azafatas preguntan si hay un médico en el avión, y efectivamente lo hay, de modo que lo examina buenamente como puede y el chico finalmente se baja del avión, pero claro hay que esperar puesto que tienen que descargar su maleta, con lo cual en lugar de 5 horas de vuelo fueron 6 horazas. 

Finalmente llegamos a Edmonton, nuevamente reclamamos la maleta desaparecida, nos comentan que harán lo que puedan y bla bla. El chico que nos atendió muy amablemente nos da un voucher (un vale) que nos permite tener el taxi gratis hasta el hotel en compensación por la pérdida de la maleta llena de ropa (en fin, que prefiero tener la maleta y no el voucher, pero hay que reconocer que es todo un detalle, te podían haber mandado a paseo tal y como llegaste).

Llegamos a nuestro nuevo hogar, por cierto, no he visto más nieve junta en mi vida. La mayoría de coches están hechos una mierda, muy sucios por culpa y con ostias por todos lados. La gente es muy amable y sinceramente por el momento no hace tanto frío como cabía esperar. 

En el siguiente episodio la búsqueda de casa y el teléfono móvil (solamente con el móvil podría escribir un libro...)





3 comentarios:

  1. Anónimo21:51

    galácticos chicos!!! seguire con atención toda esta aventura de empezar a vivir por aquellos gélidos lares! me alegro de que quitando el detalle de la maleta todo haya salido perfe, a decir verdad no esperaba otra cosa!!! un abrazo muy fuerte a los dos y mucha mierda!!!!

    Belas

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  2. Me gusta londinese, me gusta que nos sigas!! Poco a poco os iremos contando cosillas, lo de los móviles no tiene desperdicio!! pero por fin hoy hemos conseguido uno y esperamos mañana poder conseguir citas para ver pisazos wuapos.

    Un abrazo máquina!!

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  3. Anónimo15:15

    ME ENCANTA LA HISTORIA!!!

    Sobre todo el final feliz!!

    Enhorabuena chicos!

    Mil besos desde Santiago

    Moni

    P.D Me he echado unas risas con las referencias a Naruto por la contención del Malostismo! jajajajajaja

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